E.Rodera |
Párrafo extraído del artículo La Fase Crepuscular, de Miquel
Amorós.
Texto completo en Kaosenlared
“El ser humano solamente puede realizarse en una sociedad
libre, pero en la sociedad contemporánea la libertad se ofrece únicamente como
espectáculo, el no-lugar de la resolución ficticia de las contradicciones
sociales. Espectáculo también de la política, de la vida social, de la cultura
y de la revolución si cabe. Espectáculo de la autorrealización, cada vez menos
creíble, puesto que el grado de frustración ya es demasiado elevado para
contrarrestarse con simulacros. Ante ello las seudomovidas “de izquierda” se
emplean a fondo. Las ideologías izquierdistas son al espectáculo lo que el
pensamiento crítico es a la revuelta. Constituyen el primer peldaño hacia la
sumisión espectacular. Cumplen la función consoladora en otro tiempo
encomendada primero a la religión y luego al consumo: hacer soportable la
miseria personal y la sensación de fracaso. El izquierdismo actual intenta
adoctrinar a los sectores desclasados, principalmente juveniles, para
movilizarlos en nombre de abstracciones como por ejemplo la clase obrera, el
pueblo o la ciudadania. No lo hace en pro de una sociedad en libertad, sin
Mercado ni Estado, sino en pos de una renovación de la economía neoliberal que
incluya mejoras del deteriorado estatus social de dichos sectores. A eso llaman
“transición al postcapitalismo”. A pesar de la destrucción del medio obrero, de
la proliferación de funcionarios y empleados, y de la automatización de la
industria, una minoría vanguardista sigue asignando un papel redentor al
proletariado industrial. Apenas cuentan en sus análisis el desclasamiento y la
alienación, fáciles de comprobar en la generalización entre los asalariados de
una mentalidad idéntica a la de la clase media. En un mundo sin sentido, cuando
más absurdas sean las teorías mejor calado tienen. Sin embargo, la mayoría de
izquierdistas si que han adaptado sus estrategias a la presencia estabilizadora
de esa masa asalariada filistea a la que llaman “ciudadanía”. La “ciudadanía”
surgió como el sujeto imaginario del moderno cambio político, ocupando en el terreno
institucional la centralidad que la clase obrera dejó vacante al perder su
identidad y su ser. Ella se confirma por el hecho de votar, no por el de pensar
y actuar. El principio regulador de su ser es el derecho al voto, no el derecho
a la rebelión. En tanto que nueva clase universal no fundamenta su existencia
en el escándalo de la desigualdad, la alienación y la opresión; más bien se
apoya en su capacidad electoral y en el poder del Estado. Se comporta pues más
como un grupo de presión que como una clase. Accede a la realidad gracias a las
urnas, no a las protestas.”
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Monedero: "El 155 seguramente
había que aplicarlo porque se habían vuelto locos, el problema es cómo lo
aplicas"
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Informe de la CUP: el Minotauro deja
ya 832 investigados, 1.066 heridos y 67 ataques ultras en Catalunya
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Condenan a cinco de los seis acusados
por los disturbios de 2014 en Gamonal
Efectivamente, cuando el ser social capitalista interactua lo hace como consumidor, no como creador, como espectador emasculado castrado al que le han robado la potencia. Joder, nos han robado hasta la puta Navidad y la han trasformado en un centro comercial. Salud! Pablo Heraklio
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