El
Salto – 04/12/2017
El saqueo de materias primas, que arrancó con la invasión
española, continúa todavía en la actualidad en las colonias y excolonias y en
detrimento de la ciudadanía y el medio ambiente.
Como consecuencia de los viajes de Cristóbal Colón, la
invasión española devasta reinos y regiones enteras, despoblándolas y
quemándolas. Los indios sin embargo acogen a los cristianos de la mejor manera
que pueden, a menudo ofreciéndoles hospedaje, comida y cantidades de oro. Por
su parte los colonos españoles propagan casi sistemáticamente el miedo,
masacran, torturan o queman a los indios desde el comienzo para asegurar su
dominio y facilitar su colonización.
Bartolomé de las Casas, uno de los pocos en denunciar este
exterminio, contemporáneo de los hechos, describirá el horror con que estos
tiranos diezmaban a las poblaciones originarias. Las grandes potencias
coloniales, Portugal, Francia, España, Reino Unido, Holanda y Bélgica
principalmente, provocaron la muerte de una gran parte de poblaciones autóctonas
de las Américas, de Asia y de África con el fin de extraer sus recursos
naturales, plata y oro en primer lugar, explotarlos y sacar de ellos el máximo
beneficio.
Miles de millones de
onzas de plata
El año 1545, el descubrimiento de Potosí, una enorme mina de
plata de la actual Bolivia (que entonces pertenecía a Perú), marca el comienzo
de la expropiación de riquezas del subsuelo latinoamericano. Hacia 1571, se
comenzó a utilizar el mercurio para amalgamar el oro y aumentar su extracción.
En 1572, Francisco de Toledo, quinto virrey del Perú, ensanchó las calles,
inició la construcción de la iglesia de la Matriz y de la Casa de la Moneda
donde, desde 1574, se acuñaba el metal en moneda.
La ciudad de Potosí albergaba el yacimiento más importante del
mundo en el interior del Cerro Rico, rebosante de plata, y su desarrollo es
fulgurante. “Dieciocho meses después de su fundación, cuenta con 14.000
habitantes y veinte años más tarde 100.000; en el siglo XVII, albergará
160.000, y será entonces, con México, la ciudad más grande de América”, explica
Fernand Braudel en su libro Del Potosí a Buenos Aires: una ruta clandestina de
la plata. Efectivamente, en su apogeo,
hacia 1580, Potosí, a pesar de la dureza de sus condiciones climáticas, cuenta
con más habitantes que Madrid, Sevilla o Roma. Se convierte en la ciudad más
poblada del “Nuevo Mundo" y la más opulenta de la región, cuenta con 36
iglesias, muchos teatros y escuelas de danza, cantidad de casas de juego y
mansiones suntuosas pertenecientes a los ricos colonos españoles.
Miles de millones de onzas de plata se extraen gracias a los
trabajos forzados bajo la colonización española. Millares de esclavos africanos
son llevados a la fuerza a las minas para reemplazar y compensar la pérdida de
otros tantos indígenas muertos en su trabajo. La extorsión de esta plata sirvió
para reforzar el tesoro del emperador Carlos V (Carlos I, rey de España) para
alimentar las arcas del Reino de España para financiar sus guerras y, más allá
de Europa, para el desarrollo del comercio con la zona más desarrollada de la
época, Asia.
La moneda producida por el trabajo de los esclavos en Potosí
contribuyó al desarrollo del capitalismo y de la revolución industrial. Pero ¿a
qué precio? “Cada peso acuñado en Potosí ha costado la vida de diez indios,
muertos en el fondo de las minas”, escribía Fray Antonio de la Calancha en
1638. ¿Qué ha sucedido con la enorme cantidad de plata extraída de las minas de
Potosí, con el sudor de los mineros-esclavos amerindios y africanos cuando vemos
hoy el estado de pobreza de la ciudad del mismo nombre?
Es por tanto muy razonable afirmar que la expropiación de
recursos y el comercio que le siguió con la colonización están en buena parte
en el origen de la riqueza actual de las potencias coloniales. Por no dar más
que un ejemplo, Bruselas no sería lo que hoy es sin el saqueo realizado en el
Congo belga. Además de la explotación de la fuerza de trabajo esclavista y la
colosal fortuna de los metales preciosos obtenido, particularmente oro y plata,
los europeos no hubieran tenido acceso a la seda y al algodón, a la técnica del
vidrio soplado, al cultivo del arroz, así como a la de la patata, al tomate, al
maíz, tabaco, pimiento, cacao de América, tan rápidamente sin la empresa
devastadora de la colonización.
El oro en detrimento de
lo humano y su entorno
El saqueo de materias primas continúa todavía en la
actualidad en las colonias y excolonias: En Arlit, en el norte de Níger, Areva
explota el uranio desde 1976. A día de hoy, una buena parte de esta región,
barrida por las tempestades de arena, está contaminada.
“La Tierra es nuestra madre, el oro su corazón. Si se le
arranca, muere”, resumía Aïkumalé Alemin, amerindio wayana de la región del
Alto-Maroni. El mercurio utilizado por los buscadores de oro en Guayana
francesa envenena a las poblaciones amerindias que viven en el bosque tropical
guayanés. Efectivamente, los amerindios están contaminados por el pescado que
constituye gran parte de su alimentación. “Numerosos estudios científicos
realizados sobre los indios Wayana han confirmado que el nivel de mercurio es
hasta dos veces superior al límite fijado por la Organización Mundial de la
Salud (OMS). Si no se toman medidas a corto plazo, vamos hacia una forma de
genocidio”, denunciaba en 2014 Jean-Pierre Havard, responsable de “Solidaridad
Guayana”.
Con salarios de miseria, tres toneladas de oro se extraen
cada año de Guayana Francesa con peligros para la salud de las poblaciones
autóctonas y de su medio ambiente. En total diez etnias estarían amenazadas de
envenenamiento con mercurio en los países de la región. En Perú, la
contaminación por mercurio en las aguas de los ríos amazónicos, producida por
los buscadores ilegales, se extiende más allá de las zonas de explotación
aurífera. En el caso de la comunidad Nahua, que se encuentra en la región de
Ucayali, en el este de Perú, el consumo de un pez conocido como el Mota
Punteada (Calophysus macropterus) por su nombre local, cuyo organismo es capaz
de acumular el mercurio presente en el entorno, constituye la causa de esta
contaminación que provoca particularmente problemas renales serios y casos de
anemia.
Según el ministerio peruano de Medio Ambiente, 40 toneladas
de mercurio son depositadas cada año en las aguas de la Amazonia peruana por
los buscadores ilegales de oro. ¿Se reconocerá algún día la contaminación de
las tierras y los ríos como una deuda ecológica, cuyos acreedores son los
pueblos autóctonos?
No se me olvide de Italia como colonizadora en el cuerno de África.
ResponderEliminarSiempre nos olvidamos de Italia...
Un abrazo
Llevas razón, Tot. Tentado estuve de incluir a Italia y algún país más, pero el artículo no es mío y hay que respetar al autor.
EliminarUn abrazo.
Lección n° 1: no se puede ser hospitalario con según qué clase de personas. Aquellas que fundamentan sus existencias en el dios dinero o en desmesurados bienes materiales. Los indígenas cometieron el error de ser buenas personas con los invasores españoles, como ahora somos tremendamente benevolentes con el nefasto imperio yanqui, que es la ruina total del planeta y como aquel imperio español, tenía su razón de ser en la explotación absoluta de los recursos del planeta y ahoga en sangre todo intento de replanteamiento de otro sistema de valores que no sean los de wall street o los locales (en nuestro caso) del ibex 35. Como vemos, la historia se repite siempre y el hombre es una máquina (sí, máquina) sedienta de oro y avariciosa de riquezas materiales, que nunca se ve satisfecha de este tipo de riquezas y no de otras que le podrían traer experiencias menos pecuniarias, pero sin duda más satisfactorias. Qué le vamos a hacer... Cuando desobedezcamos a este tipo de gente y nos guiemos por otro proceder más racional y justo, sin duda seremos más felices.
ResponderEliminar¿Cómo ser hospitalario con quién irrumpe en tu casa armado hasta los dientes? Lo que pasa de largo en la famosa película 'Bienvenido mister marshall' no son los yanquis, sino su ingenuamente supuesta generosidad. Los yanquis, con su servil chusquero mayor Franco, plantaron aquí unas cuantas cagadas que aún perduran. Su "liberadora" colonización nos ha dejado las calles llenas de chicle, la sangre colmada de azúcar y la mente ahíta de hollywoodense criptonita.
EliminarMi padre, calabrés de Bruzzano Zeffirio, pueblo del interior junto al Aspromonte, fue llamado a filas para combatir en Etiopia contra el Negus, el gran Emperador.
ResponderEliminarDe aquella batalla, rifles contra lanzas, hubo después la separación de Eritrea y los problemas de Somalia.
Pero fíjese que mi padre empalmó la guerra de Etiopía con la II bajo el mandato de las tropas alemanas. O sea, se tiró 2 años con los italianos y después otros tantos con los alemanes...lo repatriaron para su pueblo, pero eso ya es otra historia.
salut
Verdades a medias, se hizo todo esto y cosas peores, pero todos los demás imperios también las han hecho, no se debe politizar la maldad, de hecho los mismos indígenas americanos ya esclavizaban y colonizaban y fueron ellos los que ayudaron a los primero españoles que llegaron, que tampoco fueron los de 1492,(más mentiras oficiales).
ResponderEliminarLo que quiero decir es que los malos no son un país concreto, sino el sistema jerarquizado que si no es tratado así, queda al margen y libre de culpas.
Salud!
Estoy con piedra, los regimenes imperialistas, expansionistas y carniceros no es cuestion de blancos o negros, sino de sistema e ideologias.
ResponderEliminarEl caso de america es si cave mas sangrante, porque el nivel tecnologico era tan distar que fue un genocidio casi instantaneo.
Por cierto, fueron estas minas las que impulsaron las manufacturas holandesas dando comienzo a la era del capitalismo.
Salud! Pablo Heraklio