El saqueo de los Grupos Económicos al Estado chileno (pdf) |
En lenguaje corriente de
los chilenos ‘quitarle el poto (culo) a la jeringa’ significa
eludir un problema, evadir una responsabilidad. Es lo que hace en
estos días, muerta de miedo, la oligarquía que gobierna el país.
Llevamos más de tres
semanas de insurrección pacífica sin que ningún factor político o
mediático, se atreva a decir su nombre y reconocerla como tal…
Para los mandones civiles solo se trata de una ‘crisis’ o
‘estallido’ social. Algo pasajero y manejable. Le quitan el poto
a la jeringa e intentan –como siempre– salvar la contingencia
repartiendo unas cuantas migajas.
El prolongado ‘estallido’
enfrenta sin retrocesos y con mucho valor una cruel represión e
ignora las piruetas demagógicas de la ‘clase política’.
El ‘estallido’ no se
anda con chicas. Exige la renuncia del presidente de la República,
la abolición del modelo neoliberal y derrocar las instituciones
mediante una Asamblea Constituyente que dote al país de una nueva
Constitución Política.
Bajo presión del pueblo
el gobierno y el Congreso comienzan a ceder. Se muestran dispuestos a
permitir algunas reformas constitucionales superficiales. Pero lo
hacen quitándole el poto a la jeringa, o sea a la convocatoria de la
Asamblea Constituyente que cuenta con 87 por ciento de respaldo
popular.
La ‘clase política’
y los medios de comunicación que controla la oligarquía han
desatado una campaña del terror para desalentar la protesta. Los
incendios y saqueos –algunos muy sospechosos– le sirven a ese
objeto. Los medianos, pequeños y micro empresarios, cuyos intereses
son parte del movimiento, reciben el peso del mensaje de terror.
Esta táctica de guerra
sicológica oculta el gran saqueo histórico de Chile. El economista
Orlando Caputo, ex gerente de Codelco, compara el costo del programa
social ofrecido por el presidente Piñera (mil 200 millones de
dólares) con los 13 mil 780 millones de dólares de ganancias que en
2018 obtuvieron las grandes mineras privadas, principalmente
extranjeras, que explotan el cobre chileno.
Orlando Caputo sostiene
con toda razón: ‘La desnacionalización del cobre, es el robo a
Chile del siglo XX y XXI’.
El saqueo reina en todas
las instancias de la economía de mercado. Las AFP, cuya eliminación
es una de las demandas más importantes del movimiento, reconocen que
sus utilidades en el primer trimestre de este año alcanzaron a 196
millones de dólares, un incremento del 100 por ciento.
Compañías extranjeras
como Provida, filial en Chile del gigante norteamericano de los
seguros Metropolitan Life Insurance Co., se hacen el pino con la
miseria de los pensionados. El drama de los ancianos jubilados es una
lacra horrible de la realidad social del país.
A su vez los bancos
confiesan ganancias por dos mil 200 millones de dólares entre enero
y julio de este año. Las inmobiliarias –que disputan centímetro a
centímetro el suelo de Santiago y otras ciudades–, las clínicas y
universidades privadas y las cadenas de supermercados, también hacen
utilidades de película.
Este deslumbrante desfile
de millones de dólares, no consigue esconder que el modelo
neoliberal está reventado. Lo vaticinó la OCDE el año pasado
cuando informó que Chile es uno de los países con peores salarios y
empleos más precarios.
Nuestro país permanece
atado a un modelo que le impide desarrollarse. Está prisionero en
garras del capital financiero. El economista Roberto Pizarro apunta a
la necesaria diversificación de la estructura productiva y de las
exportaciones.
El ex ministro de
Planificación afirma que ‘de cada 100 dólares que el país vende
al mercado global, 90 dólares son materias primas en bruto o con
escasa transformación, provenientes de los sectores mineros,
forestal, pesca y agricultura’.
La oligarquía y su
brutal método de explotación del capital humano, ha provocado la
crisis que hoy hace temblar los cimientos de la institucionalidad.
Estamos viviendo lo que describió Karl Marx: ‘La necesidad es
ciega hasta que se vuelve consciente. La libertad es la conciencia de
la necesidad’.
La de Chile es una
economía de bisutería. 28 millones de celulares y cinco millones y
medio de automóviles encubren salarios de 300 mil pesos y pensiones
de 120 mil y aún menos.
Casi cinco mil millones
de dólares se despilfarraron el año pasado en la compra de autos.
Mientras los hospitales públicos carecen de insumos elementales para
atender a los pacientes cuyas esperas pueden durar años.
Estas son las magnitudes
del saqueo que sufre Chile. Es tiempo de enterrar el viejo orden para
construir, unidos, una sociedad de iguales.
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La carcoma devora la madera mientras queda. Luego, muere.
ResponderEliminarPues la carcoma capitalista, más que morir parece que muta.
EliminarLa disminución del crecimiento de China y el retroceso de USA hacen que el castillo de naipes contruido entorno al extractivismo caiga, igual que con la vivienda en españa en 2007. En cuanto se quedan sin dinero el sistema no funciona. Ahora a esperar que acudan al FMI para que acabe de explotar. Lo de Chile solo acaba de empezar.
ResponderEliminarSalud!
El golpe de estado en Bolivia responde, me parece a mí, al estado pre-revolucionario que se vive en Chile.
EliminarSalud!
Yo creo que se es más tipo Venezuela, en el sentido en que se ataca durante las elecciones. En Venezuela el pueblo estaba prevenido y las FFAA a las órdenes del gobierno y en Boliva las comunidades indigenas fragmentadas y las FFAA de parte de la oligarquía. La conclusión es la que conocemos.
EliminarSalud!
Tal vez me equivoque, no soy experto en la política interna de Bolivia, pero yo creo que a Evo Morales, o le ha fallado su servicio de inteligencia, o ha sido sumamente ingenuo respecto a la posible reacción de la oligarquía (propia y foránea) ante las nacionalizaciones. A Salvador Allende le costó la vida la nacionalización del cobre. Lo dicho: o armas al pueblo, o desarmas al ejército (que casi siempre está al servicio de los oligarcas).
EliminarSalud!