La Propaganda
En los sistemas políticos
donde el Poder necesita la participación del Pueblo, la propaganda
tiene como objetivo lograr que la mayor cantidad posible de personas
abrace una ideología en particular y movilizar a esas personas
para aplicar esa ideología. Sin importar la buena o mala fe de
quienes tratan de movilizar al Pueblo, los métodos utilizados son
los mismos.
Sin embargo, durante el
siglo XX, el diputado británico Charles Masterman, el periodista
estadounidense George Creel y sobre todo el ministro de Propaganda
del III Reich Joseph Goebbels teorizaron sobre el uso de la
mentira y de la repetición de la mentira, sobre la eliminación
de los puntos de vista divergentes y sobre el proselitismo en el seno
de organizaciones de masas, con las devastadoras consecuencias que
hoy conocemos [1]. Es por eso que, después de la dos Guerras
Mundiales, la Asamblea General de la ONU adoptó 3 resoluciones en
las que condena el uso de la mentira deliberada con intenciones de
desatar guerras y advierte que los Estados deben velar por la libre
circulación de las ideas, única solución para evitar el engaño
premeditado [2].
Aunque las técnicas de
propaganda se han perfeccionado durante los 75 últimos años y se
utilizan sistemáticamente en todos los conflictos
internacionales, hoy están cediendo lugar a nuevas formas de
influencia sobre los países que ni siquiera están en guerra. Ya no
se trata de lograr que el público se sume a una ideología y de
que actúe al servicio del Poder sino, por el contrario, de evitar
que actúe, de paralizarlo.
Esta estrategia
corresponde a una organización supuestamente «democrática»
de la sociedad, donde el público dispone de la posibilidad de
actuar sobre el Poder, lo cual era muy poco frecuente en otras
épocas.
La nueva estrategia que
acabamos de describir ha ido extendiéndose desde hace 18 años, con
la llamada «guerra contra el terrorismo».
Son numerosos los intelectuales que han señalado que esa expresión
es simplemente absurda ya que el terrorismo no es un enemigo sino una
técnica de lucha, un recurso militar. Es simplemente absurdo
pretender “guerrear contra la guerra”. Aunque nadie lo
entendió cuando se planteó la «guerra contra el terrorismo»,
la invención de esa paradójica expresión allanaba el camino a
la «era de la postverdad».
La Postverdad
Tomemos el ejemplo de la
reciente “eliminación” de Abu Bakr al-Baghdadi, el “califa”
del Emirato Islámico (Daesh). Todos sabemos que es materialmente
imposible que un grupo de 8 helicópteros atraviese en vuelo
rasante todo el norte de Siria sin ser visto por la población ni
detectado por los sistemas rusos de protección antiaérea. La
historia que están contándonos es evidentemente imposible. Sin
embargo, en vez de cuestionar la credibilidad de algo que cae en el
campo de la propaganda, la prensa –y con ella el público– debate
sobre si al-Baghdadi, viéndose arrinconado por las fuerzas
especiales estadounidenses, mató a 3 o a 2 de sus hijos al hacer
estallar su “chaleco explosivo”.
En otros tiempos, todos
hubiésemos estado de acuerdo en que, al ser imposible un elemento
esencial de esta historia, no podemos tomar en serio los demás
elementos del cuento, empezando por la muerte misma de
al-Baghdadi.
Pero hoy en día la
reacción es diferente. Se admite que el elemento fundamental
materialmente imposible (que nadie haya visto los 8 helicópteros
mientras cruzaban todo el norte de Siria en vuelo rasante) fue
probablemente falsificado –dando por sentado que se mintió
seguramente por razones de “seguridad nacional”– pero se
considera auténtico el resto de la historia. Y con el paso del
tiempo se olvidarán las actuales reservas sobre ese elemento
fundamental y se publicarán enciclopedias que contarán la parte
linda del cuento, repitiendo incluso sus partes más increíbles.
Digámoslo de otra
manera, hoy se entiende instintivamente que esta narración no está
concebida para que conozcamos la realidad de los hechos sino sólo
para transmitir un mensaje. A partir de ahí, la prensa –y con
ella el público– no toma posición sobre los hechos sino ante el
mensaje según ha sido entendido: al igual que Osama ben Laden, Abu
Bakr al-Baghdadi ha sido ejecutado. God Bless America
porque Estados Unidos es el mejor y el más fuerte.
Para desplazar nuestra
conciencia de los hechos hacia el mensaje, los speech writers
están obligados a presentar una narración incoherente. No es
sólo un error que se repite sino una exigencia técnica de su
trabajo.
En la propaganda clásica
se buscaba contar historias coherentes, de ser necesario ocultando
ciertos hechos o falsificándolos. Ya no es así. Ahora no se
trata de convencer con historias bonitas, aunque tengan que
tomarse ciertas libertades con la realidad. La propaganda de hoy se
dirige a un estado de conciencia intermedio a través del cual se
trata de hacer llegar un mensaje. Estamos perfectamente
conscientes de que el asunto de los helicópteros es imposible, pero
nos dejamos llevar por un razonamiento que lo elimina de nuestro
campo consciente. Una parte de nuestro intelecto se ha visto
previamente condicionada y nos mentimos a nosotros mismos.
Hay gran cantidad de
ejemplos del uso de esta técnica de condicionamiento entre los
acontecimientos de los últimos años. Cada uno de los ejemplos que
podemos citar aquí haría saltar en sus asientos a la gran
mayoría de nuestros lectores ya que en todos los casos su
comprensión exige que seamos capaces de reconocer no sólo que
nos dejamos engañar sino que nos dejamos engañar con nuestra
propia complicidad… y el ser humano detesta reconocer sus errores.
Veamos al menos un
pequeño ejemplo, antiguo pero fundacional y que aún sigue teniendo
una importancia capital hoy en día. En el momento de los
atentados del 11 de septiembre de 2001, las compañías de
aviación publicaron de inmediato las listas de embarque completas
con los nombres de los pasajeros y de los empleados que habían
muerto. Dos días después, el director del FBI expuso su narración
sobre los 19 secuestradores aéreos que, según él, habían
perpetrado los atentados. Sin embargo, según las listas de
embarque publicadas por las compañías aéreas inmediatamente
después de los atentados, ninguno de los 19 secuestradores había
abordado alguno de los 4 aviones implicados. Por consiguiente, la
narración del director del FBI contradecía los hechos… era
imposible. Pese a ello, 18 años después todavía hay “expertos”
que disertan sobre la personalidad de secuestradores… que no
estaban a borde de los aviones secuestrados.
Antídoto frente a la
postverdad
Hace 18 años que nos
explican que, al poner al alcance de todos la posibilidad de
expresarse a través de un blog o de las redes sociales, los
progresos de la técnica han devaluado la expresión pública, ya
que cualquiera puede escribir o decir cualquier cosa. Nos dicen que
antes, sólo los políticos y los periodistas tenían la
posibilidad de difundir sus opiniones y que velaban por la calidad
de lo que decían o escribían, mientras que hoy el hombre o la mujer
común, el vulgum pecus, la masa ignorante e incapaz
de distinguir lo cierto de lo que no lo es cree cualquier cosa y
se hace eco de las fake news.
En realidad es
exactamente lo contrario. Los políticos de primera línea –empezando
por el presidente George Bush hijo y por el primer ministro
británico Tony Blair– asumieron discursos incoherentes para
condicionar las reacciones del público en general y de sus electores
en particular. Esa técnica impone lo absurdo frente a la verdad,
como cuando se sustituía la verdad con la mentira. Es una técnica
que destruye el funcionamiento de los sistemas democráticos,
funcionamiento que la gente común está tratando de restaurar con
los medios a su disposición.
Las pantallas de
televisión catódicas componen las imágenes en 625 líneas. Basta
que una sola de ellas deje de funcionar correctamente para que
sólo veamos la línea defectuosa que afecta el conjunto de la
imagen. Según el mismo principio, basta que oigamos un solo punto de
vista diferente para que salten a la vista las mentiras de la
propaganda que nos remachan constantemente. Es por eso que la
propaganda, cuando recurre a la mentira, exige una censura
implacable. Pero si la mentira introduce una incoherencia en el
discurso de manera que esa incoherencia se haga voluntariamente
evidente, ya no hay necesidad de censurar los puntos de vista
alternativos. Al contrario, más vale dejarlos expresarse e incluso
mencionarlos denunciando públicamente algunos como fake
news.
El antídoto contra la
postverdad no es el llamado fact checking –término
de moda para designar la “verificación de los hechos”. La
verificación de los hechos ha sido desde siempre la base misma
del trabajo de periodistas e historiadores. El verdadero antídoto
contra la postverdad es el simple restablecimiento de la lógica.
Por eso hoy se está
imponiendo una nueva forma de censura. Gran parte de los usuarios de
Facebook han sido desconectados en algún momento. Muchos nunca
pudieron entender por qué fueron censurados y buscan inútilmente
cuál fue la palabra prohibida que no gustó a los algoritmos o la
posición “inadecuada” que alarmó a algún moderador. En
realidad, lo que a menudo se nos reprocha –e implica incluso la
adopción de sanciones arbitrarias– es haber cometido el grave
delito de restaurar la lógica ante un razonamiento falso.
Notas
[1] «Las
técnicas de la propaganda militar moderna», por Thierry
Meyssan, Red Voltaire, 16 de mayo de 2016.
[2] «Los
periodistas que practican la propaganda de guerra tendrán que rendir
cuentas», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 14 de agosto
de 2011.
Cuanta razón tiene Meyssan, y gran parte de ello, de estos discursos incoherentes recae en los Spin doctors, que anulan la capacidad comunicativa del político al que asesoran.
ResponderEliminarDe todas maneras da igual, al final es el FMI el único "consejero".
EliminarLa lógica puede desmontar un razonamiento falso, pero cuando se fabrican evidencias y son corroboradas por los tribunales para armar las fakenews es cuando estalla toda esa lógica en confeti y nos pasamos al mundo de la conspiranoia.
ResponderEliminarPor desgracia no hay otra defensa contra esto que confiar en medios con crédito y esto solo se consigue mostrando a las claras las ideologías e intereses, acertando en los análisis, previendo consecuencias, la verdad por mucho que fastidie y haciendo autocritica.
Los medios actuales se cuentan con una sola mano.
Salud!
Los medios proliferan, pero la información ha desaparecido por completo. Eso que transmiten no es más un batiburrillo de frivolidades destinadas a infantilizar al espectador y mantenerlo alejado de cualquier posible crítica.
EliminarUn asco.
Salud!
CADA vez, veo a más gente
ResponderEliminarcon una venda
puesta en los ojos.
Incluso he visto gente, a las que,
habiendóseles movido un poco
se la vuelven a colocar correctamente.
Antonio Orihuela
El burka colectivo.
EliminarGracias por la cita, Conrado.
Salud!