POLITIKA
– 02/04/2015
Si no eres tan peras
cocidas, la primera cosa que te viene in mente es la de saber cuál
es la diferencia entre una y otra, y para saberlo no hace falta
derrochar tiempo y dinero en Harvard.
Si perdiendo la chaveta
alguien construye un Hospital en el lecho de un río del norte de
Chile, a pesar de lo majareta de la idea, estás en la jodida
economía real.
Si viendo lo que ves,
decides apuntarte a un producto financiero –un seguro– que tiene
como base la posibilidad de que al Hospital se lo lleve un pinche
aluvión, llegado el aluvión y destruido el Hospital… cobras un
jugoso seguro independientemente de que el Hospital no sea tuyo. Ahí…
ahí estás en la economía virtual que suele ser más rentable que
la real.
Esos productos existen,
yo no invento nada, la prodigiosa creatividad de los mercados
financieros hace surgir de la nada todo tipo de “activos”, unos
más podridos que otros, basados en cualquier vaina, lo importante es
que alguien –llevado por la codicia y las ansias de lucro rápido–
lo compre, lo que ya crea un “mercado”, el chiste de la oferta y
la demanda, eso por lo menos lo conoces.
Y visto que hay boludos
que compran, los productos se venden, y se recompran, y se revenden,
lo importante es no quedarse con el cacho cuando viene la recogida de
la ola especulativa. ¿Captas?
De tal modo que la
economía virtual, especulativa –basada en inventos que reposan en
ficciones que se asientan en chamullos cimentados en fiebres que
tienen una lejana relación con la economía real– termina por
sumar cifras de negocio, volúmenes de intercambio, masas de
“activos” (admitiendo que se pueda llamar así a productos tan
evanescentes como la ética en el Parlamento) que superan ampliamente
el producto real.
Justo para darte una
idea, cuando el PIB planetario estaba cifrado en torno a los 50
billones de dólares, los “activos” financieros se acercaban a
los US$ 850 billones, o sea diecisiete veces más.
Lo malo es que cada dólar
ficticio invertido en productos ficticios debe escupir un beneficio
más real que la factura del colegio en que pusiste a tus niños, y
ese beneficio no tiene de dónde salir si no es de la jodida economía
real.
Dicho en cristiano, eso
quiere decir que un pequeño empresario que pide un crédito debe
producir renta no sólo para el Banco, sino también para la nube de
mierda que tiene encima. De ahí que las tasas de interés no tengan
nada que ver con la economía real y te las pongan en niveles
usureros: con tu trabajo tienes que alimentar toda la cadena de
vampiros “virtuales” que viven sobre la economía real.
Lo mismo le pasa al
currante que tira de la tarjetita de crédito. A ese penitente le
pueden cobrar tasas superiores al 50% anual, mientras las tasas de
los Bancos Centrales (FED, BCE…) están en cero o cerca de cero.
Cero… para Bancos a los que no se les arruga el paño para cobrarte
lo que les sale de la punta del nabo.
Si crees que me acabo de
tomar una caipirinha doble después de cuatro chupitos de caña… te
ruego darle una mirada al cuadro que sigue:
Según un organismo
alemán –que na’ que ver con los pilotos en plan Banzai de la
Lufthansa– lo que está en negro, abajo a la derecha, planito
planito, es la evolución de la economía real. Y lo que ves en gris
encima de la rayita negra, la evolución de la economía “virtual”,
especulativa.
No hace falta llamarse
Goethe para entender el título: “La gestación de un Casino
Global”, que muy probablemente se refiere a la fórmula empleada
por John Maynard Keynes a propósito de las prácticas bursátiles:
“…la situación se pone seria (…) Cuando en un país el
desarrollo del capital se transforma en el subproducto de la
actividad de un Casino…” (JMK – La teoría general del empleo,
el interés y la moneda – 1935).
¿PENTA, te dice algo?
CODELCO y sus ventas a futuro… ¿te interpelan? CAVAL y sus
enjuagues inmobiliarios en los que de un día para otro lo que se
compra en $ 6.500 millones se vende en $ 9.500 palos y aún más…
pura economía virtual, especulativa, en la que nadie da golpe, pero
cobra como si hubiese trabajado una eternidad.
El personal, los que
trabajamos y generamos esa rayita negra de abajo a la derecha en el
cuadro de más arriba, tenemos que producir lucro para toda la masa
de zánganos que está en gris. Es lo que llaman “el liure
merca’o”.
Sin darte cuenta, leyendo
esta parida, acabas de superar el nivel +3 de Economía de cualquier
universidad al pedo. Y no tuviste que pagar ni aranceles.
De nada, cuando se te
ofrezca…
Tú lo sabes igual que yo, se llama usura institucionalizada (por ponerlo suave)
ResponderEliminarEs robo a mano armada (aunque lo perpetren con guante blanco e himno)
EliminarHay un efecto del que no se habla pero está en el fondo de lo que sucede hoy en día: cuanto más aumenta el volumen de capital, real o ficticio, más disminuye el poder adquisitivo de los salario. Los salarios se comprimen. Estos, sin reconversiones ni vainas, suelen ser estables en el tiempo. Los capitalistas no necesitan robar, solo tener más dinero, inflar los precios y comprar lo que tú quieres un poco más caro. Es el sistema.
ResponderEliminarSalud!
En definitiva: un robo!
EliminarSalud!