02 agosto, 2022

"El Imperio tiene auténtico pánico a que el almuerzo gratuito toque a su fin" — Pepe Escobar.

 



The Saker – 09/07/2022

   Traducción del inglés: Arrezafe


El economista Michael Hudson enfrenta socialismo y capitalismo financiero, y pulveriza la “civilización de ensueño” impuesta por el 1 por ciento.


En su último libro, “The Destiny of Civilization: Finance Capitalism, Industrial Capitalism or Socialism” [El destino de la civilización: Capitalismo financiero, capitalismo industrial o socialismo], Michael Hudson, uno de los principales economistas independientes del mundo, nos brinda lo que posiblemente sea el manual definitivo sobre dónde estamos, quién está a cargo (del Sistema Mundo) y si podemos superarlo.


Saltemos directamente a la refriega. Hudson comienza con un análisis de la naturaleza del “toma el dinero y corre” (propio del capitalismo parasitario), consumado con la desindustrialización, dado que el 90 por ciento de los ingresos corporativos de EEUU se “utilizan para la recompra de sus propias acciones y pagos de dividendos con objeto de respaldar los precios de dichas acciones y las empresas”.


Eso representa el culmen de la estrategia política del “capitalismo financiero”: “Apoderarse del sector público y trasladar el poder monetario y bancario” a Wall Street, la City de Londres y otros centros financieros occidentales.


El modus operandi imperial


Todo el Sur Global reconocerá fácilmente el modus operandi imperial: “La estrategia del imperialismo militar y financiero de EEUU consiste en instalar oligarquías, dictaduras clientelares y gánsteres, torcerles el brazo, obligarles a unirse a la guerra contra los señalados como enemigos y que subsidien, no sólo los costos del imperio y sus guerras (llamados eufemísticamente “gastos de defensa”), sino incluso el gasto interno de la propia nación imperial”. Esta es la antítesis del mundo multipolar defendido por Rusia y China.


En resumen, nuestra actual Guerra Fría 2.0 “está siendo librada básicamente por el capitalismo financiero, centrado en EEUU, que respalda a las oligarquías rentistas en contra de aquellas naciones cuyo objetivo es construir una autosuficiencia y prosperidad interna más amplia”.


La principal beneficiaria


Hudson nos recuerda proféticamente a Aristóteles, quien dijo que es interés de la clase financiera ejercer su poder contra la sociedad en general: “Históricamente, la clase financiera ha sido la principal beneficiaria de los imperios al actuar como sus agentes recaudadores”.


Así que, inevitablemente, la principal influencia imperial sobre el mundo, una verdadera “estrategia de subdesarrollo”, tenía que ser financiera: instrumentalizando la presión del FMI a fin de “convertir la infraestructura pública en monopolios privatizados y revirtiendo las reformas laborales del siglo XX” mediante esas conocidas “condiciones” llamadas préstamos.


No es de extrañar que el Movimiento de Países No Alineados (NAM), establecido en Belgrado en 1961 con 120 naciones y 27 observadores, se convirtiera en una amenaza para la estrategia global de Estados Unidos que, como era de esperar, contraatacó con una serie de guerras étnicas y las primeras apariciones de las revoluciones de color, fabricando dictaduras a escala industrial, desde Suharto hasta Pinochet.


La culminación fue una cataclísmica reunión en Houston, el 19 de diciembre de 1990, “celebrando” la disolución de la URSS, mientras, como recuerda Hudson, el FMI y el Banco Mundial “presentaron un plan para que los líderes de Rusia impusieran (una severa) austeridad y regalaran sus activos –no importaba a quién– en una ola de ‘terapia de choque’ para dejar que la supuesta magia de la libre empresa creara un neoliberalismo “barra libre para todos”.


Perdido en un desierto romano de deudas


En gran medida, la nostalgia de aquella violación y saqueo de la Rusia de la década de 1990, alimenta lo que Hudson define como la Nueva Guerra Fría, donde la Diplomacia del Dólar debe afirmar su control sobre todas las economías extranjeras. La Nueva Guerra Fría no se libra sólo contra Rusia y China, “sino contra cualquier país que se resista a la privatización y la financiarización patrocinada por Estados Unidos”.


Hudson nos recuerda cómo la política de China “siguió casi el mismo camino seguido por el proteccionismo estadounidense desde 1865 hasta 1914: subsidio estatal para la industria, fuerte inversión de capital en el sector público, gasto social en educación y atención médica para mejorar la calidad y la productividad del trabajo. Esto, que no se llamó marxismo en los Estados Unidos, era simplemente la forma lógica de concebir la industrialización como parte de un amplio sistema económico y social”.


La reconversión económica de EEUU


Pero entonces, el capitalismo financiero –o de casino– cobró fuerza y dejó a la economía estadounidense principalmente limitada a “excedentes agrícolas de agronegocios y monopolios en tecnología de la información (desarrollados en gran medida como un subproducto de la investigación militar), hardware militar y patentes farmacéuticas (basadas en capital inicial público para financiar la investigación) capaces de extraer rentas monopolista mientras se eximen en gran medida del pago de impuestos mediante el uso de centros bancarios extraterritoriales”.


Ese es el estado actual del imperio: confiando únicamente “en su clase rentista y la diplomacia del dólar”, con la prosperidad concentrada en el uno por ciento superior de las élites del establishment. El corolario inevitable es que la diplomacia estadounidense impone unilateralmente sanciones ilegales a Rusia, China y cualquier otra persona o nación que desafíe sus dictados.


Como el imperio romano tardío


La economía de EEUU es, de hecho, una nueva y renqueante versión posmoderna del imperio romano tardío: “dependiente del tributo extranjero (a través del petrodólar, el agrodólar, las vacunadólar, las privatizaciones y los intereses de la deuda del Sur Global) para su supervivencia en la economía global rentista de hoy”. Es decir, el Imperio tiene auténtico pánico a que el almuerzo gratuito toque a su fin ante la aparición de otro sistema: “Motivo por el cual Estados Unidos ha rodeado Eurasia con 750 bases militares”.


Deliciosamente, Hudson se remonta a Lactancio, a fines del siglo III, describiendo el imperio romano basado en Instituciones Divinas, para enfatizar el paralelismo con la versión estadounidense:


“Con el fin de esclavizar a cuantos más, los codiciosos comenzaron a apropiarse y acumular cuanto era necesario para la vida y poniéndolo a buen recaudo para sí mismos. No lo hicieron por el bien de la humanidad, sino por su desmedida codicia. En nombre de la justicia dictaron leyes arbitrarias e injustas a fin de legalizar sus hurtos y avaricias impunemente contra el poder de la multitud. De esta manera se aprovecharon tanto de la autoridad como de la fuerza manifiestamente dañina de las armas”.


Socialismo o barbarie


Hudson enmarca sucintamente la principal disyuntiva a la que enfrenta el mundo hoy: si “el dinero y el crédito, la tierra, los recursos naturales y los monopolios serán privatizados y concentrados en manos de una oligarquía rentista, o si serán utilizados para promover la prosperidad y el crecimiento general. Esto es básicamente un conflicto entre el capitalismo financiero y el socialismo como sistemas económicos”.


Para avanzar en la lucha, Hudson propone un programa contrarrentista que debería ser el Plan Definitivo del Sur Global para el desarrollo responsable: propiedad pública de los bienes naturales; infraestructura básica clave en manos públicas; autosuficiencia nacional –crucial en cuanto a la emisión de dinero y crédito; protección laboral y del consumidor; control del capital– para evitar el endeudamiento o la asignación de la deuda en moneda extranjera; impuestos, tanto a la renta no laboral como a la renta económica; tributación progresiva; impuesto sobre la tierra (“que evitará que el aumento del valor del alquiler de la tierra sea utilizado por los bancos a cambio de crédito para aumentar los precios inmobiliarios”); uso del excedente económico para inversión de capital tangible; y autosuficiencia nacional alimentaria.


Creación de un sistema alterno


Como Hudson parece haber cubierto todas las cuestiones básicas, al final del libro me quedé con una sola pregunta de carácter general. Le pregunté cómo veía las discusiones actuales entre la Unión Económica de Eurasia (EAEU) y los chinos –y entre Rusia y China, más adelante–, y su capacidad de ofrecer un sistema financiero/monetario alternativo. ¿Podrán vender dicho sistema alternativo a la mayor parte del planeta, mientras esquivan el acoso financiero imperial?


Hudson tuvo la amabilidad de responder con lo que podría considerarse el resumen de un capítulo completo de un libro:


“Para tener éxito, cualquier reforma debe abarcar todo el sistema, no solo una parte. Las economías occidentales de hoy se han financiarizado, dejando la creación de crédito en manos privadas, para ser utilizado en la obtención de ganancias financieras a expensas de la economía industrial… Este objetivo se ha extendido como la lepra a través de economías enteras: sus patrones comerciales (dependencia de las exportaciones agrícolas y petroleras de EEUU y Tecnología de la Información TI), relaciones laborales (antisindicalismo y austeridad), tenencia de la tierra (plantaciones de agricultura de propiedad extranjera en lugar de autosuficiencia doméstica alimenticia) y la propia teoría económica (tratando las finanzas como parte del PBI, no como gastos generales que desvían los ingresos del trabajo y de la industria por igual)”.


La advertencia de Hudson


Hudson advierte que, “para liberarse de la dinámica del capitalismo financiero depredador patrocinado por Estados Unidos y sus satélites, los países extranjeros deben ser autosuficientes en la producción de alimentos, energía, tecnología y otras necesidades básicas. Esto requiere una alternativa al “libre comercio” estadounidense y su “comercio justo” aún más nacionalista (considerando ‘desleal’ cualquier competencia extranjera a la industria de propiedad estadounidense). Lo cual requiere una alternativa al FMI, el Banco Mundial y la ITO (la International Trade Organization, de la que Rusia acaba de retirarse). Y, por desgracia, una alternativa también requiere una coordinación militar como la SCO [la Organización de Cooperación de Shanghái] para defenderse de la militarización del capitalismo financiero centrado en Estados Unidos”.


Hudson ve algo de luz en el horizonte: “En cuanto a tu pregunta de si Rusia y China pueden ‘vender’ esta visión de futuro al Sur Global y los países de Eurasia, eso debería ser algo mucho más fácil a fines de este verano. Un subproducto importante (no involuntario) de la guerra de la OTAN en Ucrania es aumentar drásticamente los precios de la energía y los alimentos (y los precios del transporte). Esto llevará a la balanza de pagos de muchos países del Sur Global y otros países a un fuerte déficit, creando una crisis a medida que vence su deuda establecida en dólares con los tenedores de bonos y los bancos”.


El desafío clave para la mayor parte del Sur Global es evitar el impago:


“La subida de tipos de interés en EEUU ha incrementado el tipo de cambio del dólar, no sólo frente al euro y el yen japonés, sino también frente al Sur Global y otros países. Esto significa que deben pagar mucho más de sus rentas e ingresos por exportaciones para poder pagar su deuda externa, y sólo podrían evitar el impago quedándose sin alimentos ni petróleo. ¿Qué elegirán pués? El FMI puede ofrecerles los DEG (Derechos Especiales de Giro), que es un dinero creado por el FMI para permitirles pagar, pero sujetos a acumular más deuda dolarizada, así como a los planes de austeridad del FMI y exigirles que vendan aún más sus recursos naturales, bosques y agua”.


Entonces, ¿cómo liberarse de la deuda dolarizada? “Necesitan una masa crítica, algo que no estaba disponible en la década de los 70, cuando se discutió por primera vez un Nuevo Orden Económico Internacional. Pero hoy se está convirtiendo en una alternativa viable gracias al poderío de China, los recursos de Rusia y de países aliados como Irán, India y otros países del este y centro de Asia. Así que, sospecho que está surgiendo un nuevo sistema económico mundial. Si tiene éxito, el siglo pasado, desde el final de la Primera Guerra Mundial y el desastre que dejó, parecerá un largo desvío de la historia, que ahora vuelve a lo que parecían ser los ideales sociales básicos de la economía clásica –un mercado libre de rentistas, terratenientes, monopolios y finanzas depredadoras.”


Conflicto entre dos sistemas


Hudson concluye reiterando aquello de lo que se trata realmente la Nueva Guerra Fría:


En resumen, es un conflicto entre dos sistemas sociales diferentes, cada uno con su propia filosofía de cómo han de funcionar las sociedades. ¿Serán planificados por centros financieros neoliberales desde en Nueva York, apoyados por los neoconservadores de Washington, o serán el tipo de socialismo que imaginaron a fines del siglo XIX y principios del siglo XX: un auténtico ‘mercado’ y, de hecho, una sociedad libre de rentistas? ¿Se socializarán monopolios naturales, tales como la tierra y demás recursos naturales, y se utilizarán para financiar el crecimiento interno y la vivienda, o se dejarán en manos de los intereses financieros, convirtiendo la renta en pago de los intereses que fagocitan los ingresos de consumidores y empresas? Y, sobre todo, ¿los gobiernos crearán su propio dinero y dirigirán la banca para promover la prosperidad nacional, o permitirán que los bancos privados (cuyos intereses financieros están representados por los bancos centrales) tomen el control de las tesorerías nacionales?



3 comentarios :

  1. Verdaderamente hay una guerra y verdaderamente hay criminales de guerra. Salud!

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  2. Ya es demasiado tarde para EEUU. Ha perdido la ventaja tecnológica militar y ha colapsado su propio sistema internacional de Acumulacioón con sanciones. No hay forma humana de que estas condiciones reviertan. EEUU ha quedado sentenciada por sí misma.
    Salud!

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    1. Y cada día que pasa es más evidente. Nunca imaginé que contemplaría en directo el colapso de esa megacorporación llamada USA.

      Salud!

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