Charlamos con el
escritor, profesor y anarquista Carlos Taibo, autor, entre muchos
otros, del libro "Colapso. Capitalismo terminal. Transición
Ecosocial . Ecofascismo"
En la situación actual
en la que nos encontramos de pandemia global y Estado de alarma
muchos nos preguntamos si lo que estamos viviendo es el principio del
colapso del sistema económico como consecuencia de todos estos
hechos. Sobre ese colapso del sistema capitalista y lo que vendrá
después ha escrito el anarquista Carlos Taibo en una de sus últimas
obras "Colapso. Capitalismo terminal. Transición Ecosocial.
Ecofascismo".
Desde La Haine hemos
tenido el placer de charlar con él sobre los hechos que estamos
viviendo en estos días, si estos hechos nos llevan a ese colapso, o
al "principio del fin" del actual sistema económico, así
cómo sobre otras cuestiones relacionadas con la dura realidad que
estamos viviendo a nivel global en estos momentos detonada por la
pandemia global del Covid19.
Hola, Carlos. En uno
de tus últimos libros hablabas del colapso del sistema capitalista.
Vista la situación actual, ¿podemos decir que nos encontramos en el
principio de algo así?
Es difícil responder. El
colapso por el que me interesaba en ese libro remitía ante todo a
las consecuencias, letales, del cambio climático y del agotamiento
de las materias primas energéticas. Pero hablaba también de la
existencia de factores que, aparentemente secundarios, podrían
oficiar, sin embargo, como multiplicadores de las tensiones. Y entre
ellos se refería expresamente a epidemias y pandemias. Igual una
manera de salir del entuerto consiste en afirmar, con todas las
cautelas, que nos hallamos ante una crisis que se sitúa en la
antesala del colapso. Las cosas como fueren, muchos de los hechos que
se suceden estos días, en lo más cercano y en lo más lejano, me
sitúan en el escenario que manejé cuando escribí ese libro.
Se habla mucho del
origen de este virus, de si ha sido algo fortuito, de origen natural
o si por el contrario ha sido introducido con fines geopolíticos
¿Qué opinión tienes tú al respecto?
No tengo datos
fehacientes al respecto. Ninguna explicación me sorprende. Pero soy
poco propenso a aceptar las tesis de corte conspiratorio. Me
parece que la miseria cotidiana del capitalismo contemporáneo,
incluidas sus versiones estadounidense y china, es suficientemente
ilustrativa como para que no precisemos explicaciones especiales. Más
allá de ello, creo que muchas tesis conspiratorias atribuyen al
sistema que padecemos unas capacidades mayores de las reales,
olvidan sus numerosas disfunciones y bien pueden tener, al amparo de
llamativas paradojas, un efecto desmovilizador de las resistencias.
Está claro que, pase
lo que pase, la situación actual ha puesto a la clase obrera en la
más absoluta de las indefensiones, donde algunos se han visto de
repente despedidos de sus trabajos y peligra su sustento, su vivienda
y sus necesidades más básicas, y por otro lado, otros miles tienen
que ir a sus puestos de trabajo sin ninguna medida de seguridad,
arriesgando así su salud y la de los de su entorno. Eso es lo que
está ocurriendo ahora mismo, pero ¿qué consecuencias va a tener
esta crisis en la clase obrera a medio y largo plazo?
Lo primero que debo
subrayar es que, pese a afirmaciones como la que sugiere que la
pandemia toca a todo el mundo por igual, salta a la vista que exhibe
una rotunda dimensión de clase. Se ha señalado con frecuencia que
sus efectos no son los mismos sobre los ricos, que pueden confinarse
en sus mansiones en Marbella, sobre la clase media, acaso
beneficiaria principal de esa farsa que es el teletrabajo, y sobre
las clases populares, que las más de las veces tienen que seguir
acudiendo a trabajar en condiciones infames. Pruebas y tratamientos
se dispensan, también, con arreglo a criterios visiblemente
clasistas.
Si se preserva el
escenario actual, cada vez más tétrico, dominado por el
sindicalismo de pacto, el panorama de cara al futuro se antoja muy
delicado. A día de hoy, y por lo demás, no sé con qué quedarme a
la hora de identificar la conducta dominante: si con el
apoltronamiento general que se aprecia en tantos lugares o con una
indignación en ascenso que invita a atisbar un renacimiento del
sindicalismo de combate. No está de más que agregue que, si nuestra
situación es mala, aún peor lo es, y con creces, la de muchos de
los habitantes de los países del Sur. Espero, en cualquier caso, que
no cale el mensaje de que las renuncias de hoy permitirán la
recuperación de mañana.
El progresivo
deterioro de la sanidad pública, así como la entrada cada vez mayor
en las últimas décadas de las empresas privadas en el sector de la
sanidad han supuesto que el sistema sanitario esté desbordado para
hacer frente a la pandemia. ¿Crees que podremos darle la vuelta a
esta situación y que lo que está pasando se convierta en el
argumento irrefutable para exigir una sanidad pública y de calidad?
La indignación que se
hace valer en estas horas ante las consecuencias, dramáticas, del
deterioro de los sistemas sanitarios, ante la ineptitud de los
responsables políticos y ante su subordinación a los intereses
empresariales debería provocar una tensión fuerte, fortísima, en
el sentido que propones. Queda por determinar, eso sí, si no
asistiremos a la manifestación de un ejemplo más de memoria flaca y
olvido rápido. Si, por otra parte, el flujo principal en los
estamentos de poder en todo el planeta lo es, incipientemente, en
provecho de un proyecto ecofascista está claro qué ocurrirá con la
sanidad. Tengo que señalar, en fin, que a mi entender no es
suficiente con defender los servicios públicos: esa defensa tiene
que reclamar, al tiempo, su autogestión y su socialización plenas.
Mientras dura la
crisis todas las actividades, movilizaciones, etc. de los movimientos
populares están paradas. ¿Crees que el sistema aprovechará esta
crisis para tratar de paralizar los movimientos disidentes y fomentar
el individualismo frente a lo colectivo?
Entiendo que, aunque no
estrictamente buscado, lo que está sucediendo en el Estado español
es un experimento decisivo para calibrar qué es lo que pueden hacer
con nosotras. Y pienso tanto en el despliegue de un proyecto
aberrantemente estatalista, jerárquico, autoritario y militarizado
como en la servidumbre voluntaria a la que se ha entregado buena
parte de la población. Es verdad, con todo, y en sentido diferente,
que están proliferando las iniciativas de apoyo mutuo que anuncian,
ojalá, la irrupción de nuevos movimientos de resistencia empeñados,
en efecto, en colocar lo colectivo en el núcleo de su acción y de
sus preocupaciones. Qué interesante es recuperar, por cierto, el
término ‘apoyo mutuo’. No descarto en modo alguno, de cualquier
forma, que el aparato represivo que padecemos aproveche la tesitura
para deshacerse de realidades incómodas.
Estamos viviendo a
nivel mundial un incremento exponencial del autoritarismo y de
políticas represivas. ¿A dónde crees que nos lleva esta peligrosa
tendencia?
Me resulta inevitable
vincular el experimento mencionado con el horizonte del ecofascismo.
No se olvide que en una de sus dimensiones principales este último
bebe de la idea de que en el planeta sobra gente, de tal manera que
se trataría, en la versión más suave, de marginar a quienes sobran
–esto ya lo hacen– y en la más dura, directamente, de
exterminarlos. Ya sé que es manifiestamente excesivo vincular lo que
ocurre en estas horas con el despliegue ostentoso de un proyecto
ecofascista. Pero no lo es, en cambio, la sugerencia de que eso que
sucede prepara el terreno y acrecienta los conocimientos al servicio
de un proyecto de esa naturaleza.
El ejército está en
las calles en el Estado español, pero a nivel internacional en más
países empieza a pasar lo mismo. Además, EE.UU. tenía previsto
unos ejercicios militares en Europa donde preveía desplegar a 37.000
militares. Aunque oficialmente dicen haber suspendido la mayor parte
de las maniobras, mantienen varios miles de soldados desplegados, más
otros miles que tienen permanentemente en bases en Europa ¿Es casual
tanto movimiento militar?
La retórica de la
guerra, y de los soldados, ha reaparecido con toda su fuerza,
supuestamente al servicio de un proyecto humanitario, ya no externo,
sino interno. Vuelvo a lo del ecofascismo. Un horizonte de esa
naturaleza reclama, inexorablemente, herramientas militares. Y exige
ratificar la preeminencia de los países ricos sobre los desheredados
de siempre. Aunque nada nuevo hay en ello, habrá que estar muy
atentas para identificar lo que, en este terreno, será un legado
mayor del fortalecimiento represivo de la institución Estado al que
asistimos en estas horas. Con Estados Unidos, como siempre, en
cabeza.
Mientras gran parte de
la población mundial se está quedando en casa, muchas actividades
laborales, industriales, etc. se han suspendido y las carreteras
están prácticamente vacías ¿Crees que el planeta respira
aliviado, aunque sólo sea por unas semanas? Desde un punto de vista
ecologista, ¿podemos aprender algo de esta situación?
Es cierto que hemos
asistido a una significativa reducción de la contaminación en el
planeta, a un retroceso en el consumo de combustibles fósiles y a un
freno salvaje de la turistificación. Claro es que hay que
preguntarse si alguno de esos procesos, afortunados, ha venido para
quedarse o si, como parece, acabarán por retroceder. Obviamente, y
en el estadio actual, no obedecen a la lógica de lo que algunas
llamamos decrecimiento ni se ven acompañados de un proyecto social
que apueste por la desjerarquización, la desurbanización, la
destecnologización, la despatriarcalización, la descolonización,
la descomplejización y la desmercantilización de mentes y
sociedades. Otra cosa es, eso sí, que nos puedan servir como
herramientas para subrayar las miserias del orden heredado y la
imposibilidad de sostenerlo.
Ante esta situación,
¿qué alternativas tenemos la clase obrera y los movimientos
populares anticapitalistas?
Las de siempre. Por un
lado, colocar en el núcleo del debate la discusión sobre el
capital, el trabajo asalariado, la mercancía, la plusvalía, la
alienación, la explotación, el expolio de los países del Sur, la
sociedad patriarcal, las guerras imperiales, la crisis ecológica y
el colapso. Por el otro, perfilar movimientos anticapitalistas que,
lejos de la lógica de los Estados, coloquen la autogestión y el
apoyo mutuo en el núcleo de su acción. Y sumar al acervo de esos
movimientos muchos de los elementos propios de las sociedades
precapitalistas. Ya sé que fácil no es.
Muchas gracias,
Carlos. ¿Hay algo más que quieras añadir para nuestros lectores?
En estas horas me parece
urgente distinguir la solidaridad desnuda y espontánea que se ejerce
desde abajo y la que, antes aparente que real, se despliega conforme
a intereses ajenos y fórmulas autoritarias. Y hay que estar, claro,
con los viejitos y las viejitas.
Gracias, compañero,
salud y un placer charlar contigo.
No tengo datos fehacientes al respecto. Ninguna explicación me sorprende. Pero soy poco propenso a aceptar las tesis de corte conspiratorio. Me parece que la miseria cotidiana del capitalismo contemporáneo, incluidas sus versiones estadounidense y china, es suficientemente ilustrativa como para que no precisemos explicaciones especiales.... una gran verdad.
ResponderEliminarFrancamente yo estoy muy acojonado ante lo que se nos viene encima y no me refiero al bicho sinó al colapso económico.
Saludos.
Si nos dejamos deslumbrar por el espejo del enemigo, acabaremos creyéndonos la imagen falsa que refleja. El poder es como la cabeza de Medusa. Es preciso que sean ellos los que digan acojonados "lo que se nos viene de abajo".
EliminarSalud!
Pues es todo claro. El capital se refugia en el estado, y cuando este falle tan solo quedará lo que siempre dijimos que era un estado: un ejército q controla un territorio. Como están de mínimos empezarán con el reclutamiento obligatorio y se darán de bruces, xq como no hay jóvenes no habrá ni suficientes reclutas ni trabajadores. Y como se potenciará la migración no habrá migrantes para todos. Eso será el inicio de la fragmentación y desacoplamiento de los territorios.
ResponderEliminarVeo muy difícil q se pueda hacer otra cosa q no sea comentar en redes.
Salud!
Los golpes que se puedan asestar al sistema tienen que ser forzosamente urdidos en la clandestinidad más absoluta, ni su planificación ni sus efectos los veremos reflejados en los medios ni en las redes. Hay que hallar el punto, o los puntos en los que hacer palanca de manera eficaz, de manera similar a la estrategia del vietcong. Al capitalismo no se le vence con palabras.
EliminarSalud!
Hay una opción que se te olvida Pablo; la instauración de un gobierno mundial.
EliminarY sobre lo de las redes, si que es la única opción de una población encarcelada, pero,,, ¿y cuando corten el cable?
Lo malo de una sociedad tecnológica es que es enormemente cara en dinero y recursos. El cable está en la tijera. Pero lo que venga tal vez no nos guste, un control policialmilitar de ese que ya sabemos a qué sabe porque nunca se fue el regusto.
EliminarSalud!
No se si lo hacen queriendo o sin querer pero la neolengua hace mucho daño.
ResponderEliminarPara empezar el sistema ya estaba en quiebra antes del toque de queda mundial.
Se lleva años, muchos, avisando de que usarían una emergencia mundial para implantar un nuevo orden mundial.
Por enesima vez, la sanidad es estatal y no pública, por más que se sustente con lo robado al pueblo por el estado, los impuestos no son voluntarios, ni se elige en qué se gasta por el pueblo.
Todo esto es una pantomima, estamos al borde de un conflicto armado mundial y perece que nadie se entera, se han desplegado 40.000 soldados de la OTAN en Europa, los movimientos de tropas son evidentes incluso desde las ciudades.
El ejercito está en la calle para evitar que nadie pueda reaccionar contra el estado de privacion de libertad e incomunicación, no es que vayan a disparar al "Bicho malo" que nos amenaza y que tiene paralizados de miedo a CASI todo el planeta.
Hay más cosas que causan enfermedades además de los microbios y muchas más causas de muerte en el mundo, que esto. A pesar de ello, no han sido declaradas pandemia cuando oficialmente presentaban estadisticas de risa. ¿Podemos achacarlo a poderes adivinatorios de las autoridades?
Salud! (mental)