POLITIKA
– 15/03/2020
La radiografía del
momento son hospitales colapsados, personal sanitario exhausto y un
sistema de salud pública resquebrajado por las privatizaciones. El
Covid-19 destapa las vergüenzas de una gestión destinada a
transformar la medicina en un gran negocio para empresarios ávidos
de ganancias. Como suele ocurrir en estos casos, la iniciativa
privada se frota las manos. Cualquier circunstancia es buena para
hacer caja. Así, juegan con el miedo mientras ven aumentar sus
beneficios. Han llegado a cobrar 300 euros por las pruebas del
Covid-19. Su costo normal no supera los 25 euros. Son los empresarios
quienes piden exenciones de impuestos, rebajas en el IVA, facilitar
despidos y recibir ayudas para paliar la crisis abierta por la
pandemia.
El Covid-19 es una buena
excusa para especular. Dejar de ganar no es lo mismo que perder. Si
lo valoramos en coyuntura, es una parálisis efecto de una situación
extraordinaria. El cierre temporal puede no tener incidencia en el
cuadro anual de resultados. Así lo hizo saber el ex ministro de
Industria, Comercio y Turismo del PSOE (2008-2011) Miguel Sebastián: "Las parálisis económicas no tienen por qué ser una crisis
económica… es un paréntesis… la clave (es) que no duren mucho…
puede ser un mes o menos, y luego recuperar la actividad".
Mientras tanto, la
población es sometida a medidas que desatan la histeria colectiva y
cuyo objetivo es frenar la acción del virus. El llamado a no salir
de las casas deja un paisaje de ciudades semidesiertas. El gobierno y
las autoridades solicitan comprensión y responsabilidad a los
ciudadanos, la que ellos no tuvieron cuando firmaron los decretos de
privatización, el despido de personal auxiliar y la amortización de
médicos especialistas motivada por jubilación. Han sido cientos las
plazas perdidas, lo cual ha dejado un sistema de salud en mínimos,
disminuyendo el número de camas, los servicios especializados y de
urgencias. En 2012, el Servicio Madrileño de Salud tenía 15 mil 531
camas funcionando, en 2018 eran 12 mil 565. Todos los inviernos la
gripe común satura las áreas de urgencias de los hospitales
públicos, pero no se hace nada, sólo ocultar los déficits.
Este año se suman los
afectados por el virus Covid-19. La rapidez con la cual se expande en
pacientes con patologías crónicas supone la imposibilidad material
de gestionarlo hospitalariamente. Entender la salud como un negocio
tiene consecuencias. No resulta extraño que en medio de la caída de
valores en la bolsa, dos compañías farmacéuticas que trabajan en
una vacuna, la anglofrancesa Novacyt y la estadunidense Aytu
BioScience, vean subir su cotización. La primera, en 600 por ciento,
y la segunda, en 80 por ciento. Nada sobre los avances del Centro de
Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba, donde los cuatro
pacientes italianos en la isla han sido tratados con el nuevo
antiviral interferón alfa 2B recombinante (IFNrec), elaborado en la
planta mixta cubano-china desde enero en la localidad de Changchún,
provincia de Jilin.
Si el virus y su
tratamiento son un problema que desconcierta a la comunidad
científica (¿nuevo, una mutación, llegó para quedarse?),
aconsejar el aislamiento total y evitar contacto humano para frenar
su propagación resulta, al menos, sospechoso. Algo no cuadra.
Podemos estar viviendo el mayor teatro de operaciones jamás creado
para elevar el grado de sumisión y obediencia apelando al
miedo-pánico, a fin de reorganizar los mecanismos represivos y
coercitivos. Una visión primaria, pero efectiva. Ante una amenaza
que se expande, cerrar ciudades, suspender la actividad comercial
salvo alimentación, quioscos de prensa, estancos y farmacias,
estaría justificado. El relato no puede ser más maniqueo. Es el
momento de obedecer sin rechistar. Será cuestión de meses encontrar
el antídoto. Así se consolida el comportamiento socialconformista,
cuyo rasgo característico es la adopción de conductas inhibitorias
de la conciencia en el proceso de construcción de la realidad. Se
presenta como un rechazo a cualquier tipo de actitud que suponga
enfrentarse al poder constituido. El conformismo social es asumido y
presentado a los ojos de todos nosotros como actitud responsable. Un
comportamiento que busca paralizar la acción colectiva y desarmar el
pensamiento crítico. La guerra neocortical ha comenzado.
No se trata de negar,
menospreciar ni buscar explicaciones en teorías conspiratorias. La
realidad parece señalar que los motivos epidemiológicos para
declarar una pandemia no están justificados, aunque sí desde una
perspectiva política. Desde hace unos años, analistas pronostican
una recesión en el interior del neoliberalismo y su fetiche, la
economía de mercado. Su reacomodo requiere mayor grado de violencia,
aumento de la desigualdad social, exclusión y sobrexplotación bajo
un neoliberalismo militarizado. Contener las revueltas populares,
desarticular los movimientos sociales y plantear un nuevo escenario
se antoja necesario para evitar el colapso. Los ejemplos sobran. En
Chile, Francia o Colombia, por citar tres casos, el coronavirus es
una bendición
Por primera vez, si
exceptuamos las dos guerras mundiales, la especie humana es sometida
a una tensión donde el miedo, el control social y una información
manipulada comparten el espacio. Todo aderezado con un relato sobre
caos económico y las cuantiosas pérdidas. Seguramente, dentro de
unos meses, las empresas habrán recuperado sus beneficios, las
bolsas retomarán el pulso especulativo y el miedo-pánico
desaparecerá. La factura, como de costumbre, la pagarán las clases
trabajadoras.
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A pesar del Coronavirus, los Chalecos Amarillos continúan con su protesta y manifestaciones.
Ya se plantea que esta crisis sanitaria nos llevará a la económica que irá de la mano de la energética para finalizar con la transición ecológica. Carambolas de la vida.
ResponderEliminarSalud!
Desde luego, estoy de acuerdo en que esta situación es perfecta para paralizar las protestas y hacer a las poblaciones sumisas. Y que los especuladores de las grandes empresas, que aprovechan cualquier motivo para enriquecerse aún más, tratarán de seguir haciendo su agosto.
ResponderEliminarPero el problema es serio, y el aislamiento de los posibles contagios es fundamental.
https://www.pagina12.com.ar/253133-coronavirus-por-que-tenemos-que-actuar-ahora?fbclid=IwAR3ghTuO5CZuxVgolJBN5ctQEL2G8ZS4BlMz5RCF53PkG5XfzqJkqDLo6es
A ver si por fin entendemos la función exponencial, y que precisamente esa es la que hace letal al capitalismo.
https://esencialomenos.blogspot.com/2011/01/aritmetica-poblacion-y-energia.html
Gracias, Juan José. Y me alegra tu comentario porque me permite decirte que he intentado repetidas hacer lo propio en tu blog y me ha sido imposible. Cuando insertado el comentario le doy a "publicar", desaparece el comentario sin más. No creo que sea problema mío porque en los demás blogs no tengo ese problema. De modo que te sugiero revises esa función. No obstante, seguiré intentándolo.
EliminarGracias de nuevo por los enlaces.
Me entró un comentario indeseado (decía que era un hacker y me proponía no sé qué negocio). Lo borré, pero aunque decía que el comentario había sido borrado aparecía el enlace de quien lo mandaba. Entonces pensé moderar los comentarios como hacéis otros, pero no debí hacerlo bien. Si me indicas el procedimiento te lo agradeceré.
EliminarTienes que seguir los siguientes pasos.
EliminarVe ha 'Configuración'. Y ahí elije 'Entradas y comentarios'.
En 'Entradas y comentarios' ve a 'Moderación de comentarios'
Ahí verás '¿Quién puede comentar?': marca la opción 'Cualquiera'.
Y en 'Moderación de comentarios', marca la opción 'Siempre'.
Con estas indicaciones espero que puedas resolver el problema, si no me lo dices y buscaremos cómo hacerlo.
Gracias. Espero que funcione
EliminarAcabo de dejar un comentario en "Coronavirus", si no lo recibes es que el problema persiste.
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