Traducción del inglés:
Arrezafe
¿Por qué a Venezuela le
va mucho mejor que a sus vecinos en la región?
Médicos venezolanos realizando una visita a domicilio COVID-19. (Foto: cortesía de @OrlenysOV) |
A las pocas horas de su
anuncio, más de 800
venezolanos residentes en EEUU se registraron para un vuelo de
emergencia Miami-Caracas a través de un sitio web administrado por
el gobierno venezolano. Dicho vuelo, ofrecido sin costo, fue
propuesto por el presidente Nicolás Maduro cuando supo que 200
venezolanos estaban atrapados tras la decisión del gobierno de
Estados Unidos de cancelar los vuelos comerciales como medida
preventiva ante el coronavirus. La oferta de uno se amplió a
dos o más vuelos, ya que se hizo patente el deseo de muchos
venezolanos de regresar a Venezuela. Sin embargo, la situación sigue
sin resolverse debido a la prohibición de dichos vuelos por parte de EEUU hacia y desde
el país.
Quienes confían
únicamente en los medios de comunicación hegemónicos podrían
preguntarse quién en su sano juicio,querría abandonar Estados
Unidos para ir a Venezuela. Numerosos medios, incluyendo la revista
TIME,
el Washington
Post, The
Hill, el Miami
Herald, entre otros, publicaron opiniones la semana pasada
describiendo a Venezuela como una pesadilla caótica. Estos medios de
comunicación proyectaron una imagen de desastre ante el coronavirus,
de la incompetencia del gobierno y de una nación al borde del
colapso. La realidad de la respuesta de Venezuela al Covid-19 no está
cubierta en absoluto por los medios de comunicación hegemonicos.
Además, dichos ocultan
deliveradamente el daño causado por las sanciones de la
administración Trump, que devastó la economía y el sistema de
salud mucho antes de la pandemia. Estas sanciones han empobrecido a
millones de venezolanos e impactan negativamente en la
infraestructura vital, como la generación de electricidad. Venezuela
no puede importar repuestos para sus centrales eléctricas y los
apagones resultantes interrumpen los servicios de agua que dependen
de bombas eléctricas. Estos, junto con docenas de otras
implicaciones de la guerra
híbrida contra Venezuela, han causado una disminución en los
índices de salud que ha propiciado 100.000
muertes a consecuencia de las sanciones.
Concretamente, respecto
al coronavirus, las sanciones aumentan los costos de los kits de
prueba y los suministros médicos, y prohíben al gobierno de
Venezuela comprar equipos médicos en los EEUU. Supuestamente, estos
obstáculos situarían a Venezuela en la senda de un desastre similar
a Irán (también golpeado por sanciones) o Italia (golpeada por la
austeridad y el neoliberalismo). A diferencia de esos dos países,
Venezuela tomó medidas decisivas desde el principio para afrontar la
pandemia.
Como resultado de ello y
de otros factores, Venezuela se encuentra actualmente en mejor
situación que los países de su entorno. En el momento de escribir
este artículo, 11 días después del primer caso confirmado de
coronavirus, el país tiene 86 personas infectadas, con 0 muertes. A
sus vecinos no les ha ido tan bien: Brasil
tiene 1.924 casos con 34 muertes; Ecuador 981 y 18; Chile 746 y
2; Perú 395 y 5; México 367 y 4; Colombia 306 y 3. (Con la
excepción de México, todos esos gobiernos, liderados por Estados
Unidos, han participado activamente y contribuido a los esfuerzos de
cambio de régimen en Venezuela). ¿Por qué Venezuela lo está
haciendo mucho mejor que otros países de la región?
Los escépticos afirmarán
que el gobierno de Maduro está ocultando cifras y muertes, que no
hay suficientes pruebas, ni suficientes medicamentos, ni suficiente
talento para enfrentar adecuadamente una pandemia. Pero aquí están
los hechos:
Primero, la solidaridad
internacional ha jugado un papel decisivo, permitiendo al gobierno
estar a la altura del desafío. China envió kits de diagnóstico de
coronavirus que permitirán diagnosticar
a 320.000 venezolanos, además de un equipo de expertos y
toneladas de suministros. Cuba
envió 130 médicos y 10,000
dosis de interferón alfa-2b, un medicamento con un historial
comprobado de ayuda
a la recuperación de pacientes con COVID-19. Rusia ha enviado el
primero
de varios envíos de equipos y equipos médicos. Estos tres
países, habitualmente caracterizados por la política exterior de
los Estados Unidos como malvados, ofrecen solidaridad y apoyo
material. Estados
Unidos ofrece más sanciones y el FMI, sobradamente
conocido por estar bajo el control de Estados Unidos, negó una
solicitud venezolana de $ 5 mil millones en fondos de emergencia que
incluso la Unión
Europea apoya.
En segundo lugar, el
gobierno llevó a cabo rápidamente un plan para contener la
propagación de la enfermedad. El 12 de marzo, un día antes de los
primeros casos confirmados, el presidente Maduro decretó una
emergencia de salud, prohibió la reunión de multitudes y canceló
vuelos desde Europa y Colombia. El 13 de marzo, primer día, dos
venezolanos dieron positivo; el gobierno canceló las clases, comenzó
a exigir máscaras faciales en el metro y en la frontera, cerró
teatros, bares y discotecas, y limitó los restaurantes a llevar o
entregar comida a domicilio. Vale la pena insistir en que esto tuvo
lugar el primer día de un caso confirmado; muchos estados de EE. UU.
aún tienen que dar estos pasos. Para el cuarto día, se puso en
práctica una cuarentena nacional (equivalente a la reclusión
domiciliaria) y se reutilizó un portal en línea llamado Sistema
Patria para estudiar posibles casos de COVID-19. Para el octavo día,
el 90%
de la población estaba atendiendo a la cuarentena. Para el día
11, más de 12.2
millones de personas habían completado la encuesta, más de
20.000 personas que informaron estar enfermas fueron visitadas en sus
hogares por profesionales médicos y 145 personas fueron derivadas
para pruebas de coronavirus. El gobierno estima que sin estas
medidas, Venezuela tendría 3.000
personas infectadas y un alto número de muertes.
Tercero, el pueblo
venezolano estaba en posición de manejar una crisis. En los últimos
7 años, Venezuela ha vivido la muerte de un líder muy popular,
violentas protestas de la ultra derecha, una guerra económica
caracterizada por la escasez y la hiperinflación, sanciones que han
destruido la economía, un golpe de estado en curso, intentos de
insurrecciones militares, ataques contra servicios públicos,
apagones, migración masiva y amenazas de intervención militar
estadounidense. El coronavirus plantea un desafío diferente, pero
las crisis anteriores han potenciado la resistencia del pueblo
venezolano y fortalecido la solidaridad dentro de las comunidades. No
hay pánico en las calles, por el contrario, las personas están
tranquilas y siguen los protocolos de salud.
Cuarto, organización
masiva y prioridad a las personas por encima de todo. Las comunas y
las comunidades organizadas han tomado la delantera, produciendo
máscaras faciales, manteniendo el sistema de suministro de alimentos
CLAP en funcionamiento (paquete de alimentos que llega mensualmente a
7 millones de familias), facilitando
visitas de médicos casa por casa y fomentando el uso de máscaras
faciales en público. Más de 12.000 estudiantes de medicina en su
último o segundo año de estudios solicitaron ser capacitados para
visitas domiciliarias. Por su parte, la administración de Maduro
suspendió el pago
de alquileres, decretó el congelamiento del despido en todo el
país, bonificó a los trabajadores/as, prohibió que las
teleoperadoras cortaran los teléfonos o internet a los usuarios,
llegó a un acuerdo con las cadenas hoteleras para proporcionar 4.000
camas en caso de que la crisis se intensifique, y se comprometió a
pagar los salarios de los empleados de pequeñas y medianas empresas
empresas En medio de una crisis de salud pública, agravada por una
crisis económica y las sanciones, la respuesta de Venezuela ha sido
garantizar alimentos, brindar atención médica gratuita y pruebas
generalizadas, y evitar una mayor presión económica sobre la clase
trabajadora.
El gobierno de Estados
Unidos no ha respondido a la solicitud de la administración de
Maduro de hacer una excepción para que Conviasa Airlines, la
aerolínea nacional sancionada por dicho gobierno, lleve a los
venezolanos varados en los Estados Unidos de regreso a Caracas. Dado
cuanto sucede en los Estados Unidos, donde el tratamiento del
COVID-19
puede costar casi $ 35,000 y cuyo gobierno está sopesando
la opción de priorizar la economía sobre la vida de las personas,
tal vez estos venezolanos que esperan volver a casa entiendan que sus
posibilidades de sobrevivir al coronavirus, tanto física como
económicamente, son mucho mejores en un país que valora la salud
sobre las ganancias.
Al final el bloqueo de USA le vino bien a Venezuela! XDDD justicia poética, malditos gringos. Ahora veremos cómo se repliegan a su continente intentando invadir Nuestramérica.
ResponderEliminarSalud!