Las reacciones
políticas ante la pandemia de coronavirus se han caracterizado por
una serie de sorprendentes carencias de las democracias
occidentales, desde la existencia de graves prejuicios hasta la
más flagrante ignorancia. Mientras tanto, China y Cuba se han
visto mucho mejor preparadas y capaces para enfrentar el futuro.
El presidente de la
República Popular China, Xi Jinping, recibe al presidente de Cuba,
Miguel Díaz-Canel, en noviembre de 2018. Cuba facilitó a China
la instalación del laboratorio ChangHeber, en la ciudad china de
Jilin, para producir un medicamento cubano utilizado con éxito en
la lucha contra el coronavirus. El hecho es que los presidentes de
China y Cuba, clasificados como “dictadores comunistas”
protegen a sus conciudadanos mucho mejor que los dirigentes de las
“democracias liberales”.
El brusco cierre de las
fronteras y, en muchos países, el cierre también de las escuelas,
las universidades, las empresas y los servicios públicos, así
como la prohibición de festividades, conmemoraciones y otras
actividades colectivas, modifican profundamente las sociedades, que,
en unos meses, ya no serán lo que fueron antes de la pandemia.
Esta realidad modifica,
en primer lugar, nuestra concepción de la Libertad, concepto
alrededor del cual se centró la fundación de Estados Unidos.
Según la visión estadounidense –visión defendida sólo por
Estados Unidos– la Libertad no puede tolerar límites. Todos los
demás Estados admiten –por el contrario– que no hay Libertad
sin Responsabilidad, y estiman por ende que no es posible ejercer
las libertades sin definir sus límites. Hoy en día, la cultura
estadounidense ejerce una influencia determinante a través de
casi todo el mundo. Pero la pandemia acaba de contradecir su
visión de la libertad.
El fin de la sociedad
totalmente abierta
Para el filósofo Karl
Popper (1902-1994), en una sociedad la libertad se mide en términos
de apertura. Supuestamente, la libre circulación de personas,
mercancías y capitales es característica de la modernidad. Esta
manera de ver las cosas prevaleció durante la crisis de los
migrantes registrada en 2015. Por supuesto, algunos han subrayado
desde hace tiempo que ese discurso permite a especuladores como
George Soros explotar a los trabajadores de los países más
pobres. Soros predica la desaparición de las fronteras y por ende de
los Estados, desde ahora y para favorecer la instauración futura
de un gobierno supranacional.
La lucha contra la
pandemia de coronavirus vino a recordarnos abruptamente que los
Estados están ahí para proteger a sus ciudadanos. En el mundo
postcoronavirus, las «ONGs sin fronteras» tendrían por
ende que ir desapareciendo y los partidarios del liberalismo político
tendrían que recordar que sin Estado «el hombre es el lobo
del hombre», según la fórmula del filósofo británico Thomas
Hobbes (1588-1679). Por ejemplo, la Corte Penal Internacional
(CJI) acabaría siendo algo absurdo a la luz del Derecho
Internacional.
El giro de 180 grados del
presidente francés Emmanuel Macron es una muestra de esa toma de
conciencia. Hasta hace poco, el presidente Macron denunciaba la
«lepra nacionalista» asociándola a los «horrores del
populismo», pero ahora canta loas a la Nación, único marco
legítimo de movilización colectiva.
El interés general
La noción de «interés
general», cuestionada por la cultura anglosajona desde la
traumatizante experiencia de Oliver Cromwell, se hace
indispensable cuando se trata de protegerse de una pandemia.
En el Reino Unido, el
primer ministro Boris Johnson, está teniendo dificultades para
imponer las medidas que se hacen necesarias ante la situación
sanitaria, medidas de carácter “autoritario” que los
británicos sólo admiten en caso de guerra. En Estados Unidos, el
presidente Donald Trump, no puede decretar el confinamiento de la
población para todo el territorio nacional por ser esta una
prerrogativa exclusiva de los diferentes Estados que conforman la
Unión. Así que el presidente de los Estados Unidos de América
se ve obligado a “torcer” los textos de leyes anteriores, como
la famosa Stafford Disaster Relief and Emergency Assistance Act.
El fin de la libertad
sin límites para el sector empresarial
En el plano económico,
después de haber decretado el cierre de todo tipo de negocios, desde
los restaurantes hasta los estadios de fútbol, ya no será
posible seguir imponiendo la teoría de Adam Smith sobre la
necesidad supuestamente imperiosa de dejar que el mercado sea el
rector de la actividad económica. Habrá que reconocer por fin
límites a la sacrosanta libre empresa.
La lucha contra la
pandemia ha venido a recordarnos que el interés general puede
justificar la imposición de límites a cualquier actividad
humana.
Las carencias
La crisis del coronavirus
tambíen ha puesto de relieve las carencias y fallos de nuestras
sociedades. Por ejemplo, el mundo entero sabe que China fue la
primera nación en sufrir los efectos de la pandemia… y sabe
también que acabó controlándola y levantando las medidas
autoritarias que había tenido que adoptar para lograrlo. Pero pocos
saben cómo lograron los chinos derrotar el coronavirus.
La prensa internacional
ha optado por ignorar los agradecimientos que el presidente chino Xi
Jinping expresó, el 28 de febrero, al presidente de Cuba, Miguel
Díaz-Canel. La prensa internacional también ha preferido no
hablar de la importancia que tuvo para China el uso del medicamento
cubano denominado Interferón Alfa 2B (IFNrec). Por supuesto, esa
prensa sí ha hablado del uso de la cloroquina, que ya se
utilizaba contra el paludismo. Pero ha guardado silencio sobre las
investigaciones destinadas a encontrar una vacuna contra el
coronavirus: China ya está en condiciones de realizar los
primeros ensayos con humanos a finales de abril y el laboratorio
del Instituto de Investigación sobre Vacunas y Sueros de San
Petersburgo ya tiene preparados 5 prototipos de vacunas contra el
coronavirus.
Esos “olvidos”
denotan la “selectividad informativa” que practican las grandes
agencias de prensa. Nos repiten constantemente que vivimos en una
«aldea planetaria» (Marshall McLuhan), pero sólo nos
informan sobre el microcosmo occidental.
Esa ignorancia resulta
muy útil a los grandes laboratorios occidentales, entregados a una
competencia desenfrenada en el sector de las vacunas y las ventas
de medicamentos. Sucede exactamente lo mismo que en los años
1980. En aquella época, una epidemia de «neumonía de los
gays», identificada como SIDA en 1983, provocaba una hecatombe
entre los homosexuales de San Francisco y Nueva York. Cuando la
enfermedad llegó a Europa, el entonces primer ministro de
Francia, Laurent Fabius, retrasó el uso del test de diagnóstico
elaborado en Estados Unidos para que el Instituto Pasteur tuviera
tiempo de elaborar y patentar un test francés. Estaban en juego
ganancias ascendentes a miles de millones de dólares… que costaron
miles de fallecimientos innecesarios.
La geopolítica
después de la pandemia
La epidemia de histeria
que acompaña la expansión del coronavirus está desviando la
atención de la actualidad política. Cuando esta se termine y los
pueblos recuperen el sosiego, el mundo será quizás muy
diferente. La semana pasada dedicábamos este espacio a la amenaza
que el Pentágono hace pesar actualmente sobre la existencia de
Arabia Saudita y de Turquía, dos países que se hallan en la mira
de Estados Unidos [1]. Las respuestas, por separado, de Arabia
Saudita y de Turquía fueron dos apuestas muy peligrosas: Arabia
Saudita inició un ataque contra la industria estadounidense del
petróleo de esquistos mientras que Turquía amenazó con implicar
a Estados Unidos en una guerra contra Rusia. Son dos amenazas tan
graves que habrán de tener respuestas muy rápidamente, el mundo
no podrá darse el lujo de esperar tres meses para enfrentarlas.
[1] «Después
de Siria, ¿quién será el nuevo objetivo?», por Thierry
Meyssan, Red Voltaire, 10 de marzo de 2020.
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Acción, reacción, solución, ¿a quien le suena esto?
ResponderEliminarChina, el nuevo modelo que va a salvar al mundo porque... Estasia siempre fue nuuestro amigo, muera Eurasia...
Todo, TODO, está previsto y estudiado de antemano, el capitalismo ha quebrado, como antes el comunismo, así que se pasa al nuevo modelo y el que implique a todo el planeta, nos tendría que hacer entender, al menos ahora, que no es cuestión de una nación o de un presidente, están por encima de todo eso y nos van a hacet tragar con el nuevo orden mundial, pero además por las buenas.
Salud!
Afortunadamente, TODO no puede estar previsto y planeado de antemano, eso es algo que sólo podría hacer dios, y todas sabemos que está en alguna paradisíaca isla administrando el botín.
EliminarLo de hacernos tragar "órdenes mundiales" no es nada nuevo, como tampoco lo es la lucha contra dicha imposición.
Salud!
En este país tenemos un problema con la difusión de las noticias. Nada se dice de lo de Cuba, ni de Portugal... Gracias por su información
ResponderEliminarNo sólo en este país. El problema de la (des)información es mundial.
EliminarGracias por tu comentario.
Lombardía ha pedido ayuda a médicos venezolanos, cubanos y chinos pero no estadounidenses por ejemplo para hacer frente a la crisis... curioso. La información es poder por eso hay desinformación masiva
ResponderEliminarSalud!
La solidaridad es virtud de pobres, los ricos sólo tienen intereses. Cuba exporta médicos de manera altruista, pero ¿cuántos médicos gringos hay por el mundo asistiendo a las poblaciones más necesitadas? Es la diferencia entre un fonendoscopio y un tanque.
EliminarSalud!